Habilidades Grafomotoras y preescritura 6

Nivel: A partir de 4 años

La mejor manera de aprender a escribir es automatizar los movimientos para formar las letras. Estos cuadernos parten de un nivel de dificultad bajo (completar líneas rectas) y finalizan logrando que el niño o la niña formen las letras. También son adecuados para perfeccionar o rehabilitar la grafía

 

                                                            Los trazos dinámicos

Llamamos trazos estáticos a aquellos que no precisan modulación de la muñeca de la mano. Corresponden a la primera fase del desarrollo de la independencia de los segmentos largos del brazo: hombro y codo.

Utilizaremos en este nivel los siguientes útiles:

El crayón y el lápiz para la realización de las fichas en los cuader­nos. El crayón debe emplearse al inicio de las series de los palo­tes, y también siempre que el niño tenga un bajo nivel de coordinación visomotora global, o su tono sea más alto o bajo que lo normal. Ello le permitirá reforzar su percepción del contraste tónico, así como ser menos exigente, al producir una huella más gruesa, en el ajuste de su movimiento sobre las refe­rencias visuales de los puntos. El lápiz se utilizará en el resto de los casos y es el útil base, que permanecerá hasta el final del ciclo de estimulación y desarrollo de las habilidades grafomotoras.

La tiza cuadrangular es la preferida por los educadores en los trabajos de pizarra, porque, como indicamos anteriormente, permite una mejor prensión y facilita de un modo más intenso la percepción de contraste. Debe utilizarse siempre que deseemos reforzar este proceso, o el de la direccionalidad.

La cera, proveniente del nivel anterior, puede utilizarse en el mismo sentido que la tiza, en el papel.

 
 ACTIVIDADES
Objetivos:

Hábitos perceptivos espaciales vertical y horizontal completos, crecientes y decrecientes.
Recomendaciones:

Debe ayudarse al niño al inicio en su desplazamiento del útil sobre el cuaderno, teniendo en cuenta tres aspectos:

Al desplazar la mano del niño, sujeta por la muñeca con nuestra mano, impediremos que el niño se detenga en cada punto y per­mitiremos que perciba que el trazo es un solo movimiento, en el que los puntos son sólo referencias para que éste discurra sobre coordi­nación visomotora, el ojo guía a la mano.

El lápiz debe estar situado sobre el papel de tal manera, que, al desplazarse de arriba para abajo, el niño tenga siempre visibles los puntos, sin necesidad de ladear la cabeza.

El cuaderno se pondrá siempre en posición vertical al eje del cuerpo del niño y ligeramente desplazado hacia la derecha en los diestros, así como hacia la izquierda en los zurdos, para faci­litar el desplazamiento del brazo en relación con el eje. No olvi­demos que son los segmentos largos —hombro y codo— los que se están poniendo en situación activa en los palotes.
Con él, con este tercer nivel de intervención, se inician los trazos dinámicos, aquellos que para su realización precisan de la modulación de la muñeca y los dedos, que van a permitir que los ajustes visomotores pasen de las referencias visuales de apoyo, los puntos, al control de la mano en movimiento por la huella del trazo interna; es decir, en el anterior nivel el control visomotor se expresaba como que: el ojo es el que guía a la mano; ahora, la mano es la que guía al ojo, lo que significa que el niño pasa a tener, por sí mismo, voluntariamente, el control del desarrollo de la imagen.

 Consideraciones generales:

Las líneas onduladas son trazos que ponen en funcionamiento la independencia segmentaria de la muñeca. Preparan el giro o ro­tación completa de la muñeca que abre paso a los procesos ciné­ticos del trazo, que forman la base de la realización de las grafías.

Hay que seguir poniendo atención en que se mantenga la posi­ción correcta del cuaderno en la mesa, en el apoyo de la mano complementaria sobre la parte izquierda del soporte, y en que el niño siga viendo los puntos en su desplazamiento. Lo importan­te en estas propuestas es que la muñeca vaya adaptándose con su movimiento al hecho de ver siempre los puntos. No importa que el niño vaya lento, es necesario, pero sí que no levante la punta del lápiz del papel, aunque se detenga.

El uso de la pizarra, o el papel blanco, para actividades preparato­rias de trazos o reforzamiento de los que se estén llevando a cabo, es una condición muy importante para el desarrollo. En especial todas aquellas actividades en las que se integran los bucles y las grafías. Estamos con ello invitando al educador a crear nuevas es­tructuras si lo considera necesario, en su afán por apoyar a los ni­ños que lo necesiten.

Los útiles siguen siendo los mismos que los del nivel anterior, aunque en éste, el lápiz nº 2 es el que se empleará siempre en el cuaderno, quedando el crayón para el papel blanco de refuerzo y la tiza cuadrangular para la pizarra.

Quizás sea necesario, cuando se están integrando los bucles, vol­ver a facilitar el desplazamiento horizontal de la mano instru­mental del niño con la nuestra. Especialmente en la percepción de la variable de grosor.

El cuaderno dedicado a la realización de las grafías debe ob­servarse detenidamente, ya que siempre se indica en él el pun­to de arranque de cada letra y su estructura bidimensional correcta en función de la línea en que se efectuarán los enca­denamientos.

Respete siempre la norma: del tamaño grande al pequeño; y re­fuerce si es necesario, en la pizarra, este principio con los niños con excesiva dificultad de control del trazo. En éstos nunca es­tarán de más los refuerzos del contraste tónico, ni la percep­ción del desplazamiento que ya hemos visto en los niveles anteriores.

No abuse del tiempo en la actividad. Una serie está bien. A veces no se completa. No olvide que la fatiga es el diablo que acecha para que el aprendizaje se transforme en un sufri­miento, en vez de en una actividad que reafirme nuestra identidad.

 Objetivos generales de desarrollo:

Independencia segmentaria. Inhibición motriz. Coordinación óculo-manual. Hábitos perceptivo-motrices: automatización de tos trazos en­cadenados levógiro, dextrógiro y mixto. Automatización del barrido perceptivo motor en la orientación de la lecto-escritura. Melodía cinética. Las grafías.

 ACTIVIDADES
Los trazos ondulados o sinusoides

Recomendaciones: Mantener la atención en el seguimiento de que la muñeca vaya modificando su posición en relación con la visión de los puntos. Las diferencias de altura de las sinusoides tienen la finalidad de seguir profundizando en la percepción del desplazamiento del bra­zo. No importa mucho que los ajustes del movimiento sobre los puntos no sean demasiado precisos: insistamos en situar el acento durante la actividad en la movilización de la muñeca y en el desplazamiento de la mano.

Antes de llevar a cabo las propuestas en los cuadernos, se hace imprescindible que el niño realice en la pizarra y sobre papel, las veces que el educador considere necesarias, las si­guientes actividades preparatorias de las onduladas:

    Realizar un giro continuado en el sentido que desee y que ocupe la mayor superficie posible del papel.
    El mismo juego, pero en el sentido contrario.
    El niño debe realizar dos giros continuados en el sentido que de­see, y cada uno de ellos debe ocupar la mayor superficie posible del papel.
    El mismo juego, pero en el sentido contrario.
    El niño debe realizar dos filas de giros continuados con el inicio que desee a lo largo del papel.
    El mismo juego, pero en el sentido contrario.
    El niño debe realizar, a voluntad, giros en el sentido contrario de las agujas del reloj —levógiros— de distintos tamaños.
    El niño debe realizar, a voluntad, giros en el mismo sentido de las agujas del reloj —dextrógiros— de distintos tamaños.
    El niño debe realizar seriaciones de giros levógiros grande—pequeño.
    El mismo juego, pero en el sentido contrario.

 Como se puede deducir fácilmente, estas activida­des deben efectuarse en primer lugar en la pizarra; y cuando el niño las comprende, pasar al papel. A veces es necesario, en algunos niños, pa­sar de la pizarra al papel grande que se utilizó en el primer nivel, para jugar con el contraste tónico y con la velocidad del movimiento de la mano en la rotación. También pueden llevarse a cabo las actividades precedentes con el brazo instrumental en el aire.

 Los bucles

Las series de los bucles ya no incorporan los puntos como referencia para el ajuste visomotor. Como ya se indicó al inicio de este tercer nivel, el control del movimiento debe ser regulado conscientemen­te. Por otra parte, los procesos de las estructuras dinámicas de los trazos, transformados en verdaderos procesos secuenciales, preci­san de la imagen interna para su control. Lo que en un momento del desarrollo era una condición necesaria, ahora se transforma en un impedimento.

El bucle integra dos movimientos: la rotación y el desplazamien­to. Por eso el bucle es la base grafomotora de las grafías. La escritura integra estos dos movimientos en una verdadera “melodía cinéti­ca”. Su dificultad es manifiesta, y se inicia en la comprensión de que los bucles no deben chocar. Cuando esto ocurre, es simplemente porque el movimiento del desplazamiento del brazo tiene dificulta­des al deslizarse horizontalmente, generando una excesiva tensión que se transmite al hombro y a todo el cuerpo, y produciendo, en al­gunos casos, incluso una manifiesta inclinación de la columna.

Para que el niño no se quede atrapado en esta dificultad, es ne­cesario ayudarle con nuestra mano en la pizarra para que perciba que el choque de uno con el otro no se producirá si desplazamos el brazo algo más de lo normal cuando hemos realizado el movimiento de cruce.

Todas las series que se presentarán a continuación parten del mismo principio para integrar las dos cualidades básicas de su espacialidad: la constancia de la forma y la variable de tamaño.

En cuanto a la constancia de la forma, se consigue mediante la intro­ducción de una primera referencia que se llama línea de base, sobre la que se apoya el trazo —en el caso del bucle levógiro llamada línea de tierra; y en cuanto al bucle dextrógiro, línea de cielo, en referencia a su disposición en el cuaderno, abajo-arriba—; posteriormente in­troduciremos una segunda línea que cierra la forma, tanto por arri­ba como por abajo, delimitando su tamaño. La introducción de esta segunda línea de referencia provoca una disminución de la velocidad de realización del bucle. Debemos hacer notar que esa lentitud se produce para que el niño pueda tener tiempo de mirar hacia abajo, hacia la línea de tierra, antes de llegar a la inflexión y poder ajustar el movimiento; y hacia arriba, hacia la línea de cielo, para conseguir el mismo resultado. Estamos potenciando con ello la inhibición mo­triz, anticipando el movimiento para poder ajustar el trazo.

La variable de tamaño en el bucle, al igual que en el anterior nivel con las montañitas, será de dos opciones; y de acuerdo con lo descrito anteriormente, facilitará la percepción de las dos áreas que se integra­rán en un conjunto dinámico unitario, facilitando la percepción poste­rior de las grafías.

De igual modo, para la fijación de los mecanismos de automatiza­ción de los bucles utilizaremos las estructuras rítmicas. El tamaño grande del bucle será asociado con la percusión fuerte, y el pequeño con la débil. Las estructuras rítmicas deben ser vivenciadas corporal­mente por el niño, antes de pasar a su utilización como códigos decodificadores de las secuencias grafomotoras.

Veamos algunos ejemplos de las seriaciones rítmicas que deben ser interiorizadas por los niños con las palmadas, antes de ser aplicadas a los procesos de codificación-decodificación grafomotriz.

 Recomendaciones:

    El niño realiza, a voluntad, giros levógiros y dextrógiros grandes en el aire, en la pizarra, en el papel.
    El niño realiza series de giros sucesivas: una levógira y otra dextrógira, en el papel.
    El niño realiza dos series en el papel: una de giros levógiros gran­des y otra de giros dextrógiros pequeños.
    El niño hace lo mismo, pero invirtiendo el tamaño; es decir, los giros levógiros son pequeños y los dextrógiros grandes.
    El niño realiza una serie formada por la sucesión de un giro levó­giro y otro dextrógiro.

 El educador es el más adecuado para determinar cuándo se hace un mayor uso de las actividades en la pizarra, en el papel grande o en el aire. En todo caso, ante dificultades de coordinación motriz, torpeza, se recomienda utilizar los tres.

No importa que el bucle vaya disminuyendo de tamaño. Lo im­portante es que se produzca el ajuste con la línea de tierra. Si encon­tramos picos, temblores y desajustes significativos en la realización de este bucle, debe insistirse en las actividades del contraste tónico propuestas como preparatorias de los giros, así como en actividades manipulativas como el barro, la plastilina, los pinceles de diferentes grosores, etc.

 La variable de grosor en los bucles

La variable de grosor en su percepción de contraste se lleva a cabo sobre la realización del bucle de modo libre por parte del niño. Sobre este grosor normalizado o natural, se le llevará al niño a la percepción del grueso y el fino. Utilizamos para ello el lenguaje ver­bal. Pero la verdadera percepción motora de esta variable se realiza mediante el mecanismo ya explicado anteriormente de hacerle per­ceptivo al niño el desplazamiento entre cada bucle, así como en la per­cepción de que su movimiento debe regresar tanto como se fue. En el caso del bucle fino, la percepción se hace patente sobre el mecanismo inverso, marcharse poco y subir mucho.

La realización encadenada de las estructuras rítmi­cas permite la integración de las áreas de la escritura en un acto motor complejo debido a la combinación de dos variables: tamaño y grosor. Se utiliza especialmente para generar los ajustes espaciales y el desa­rrollo de la constante de la forma. No debe abusarse con el tiempo en la actividad puesto que el cansancio es el peor enemigo del control.

Las propuestas de trazos hasta el final están construidas con seriaciones de bucles levógiro, dextrógiro y mixto, con las variables de tamaño y grosor. Al final del cuaderno aparecen combinaciones seriativas del bucle mixto con bucles pe­queños, tanto levógiros, como dextrógiros. Nosotros utilizaremos la codificación rítmica aludida en nuestra introducción a los bucles, tan sólo en las seriaciones con la variable de tamaño del bucle levógiro o dextrógiro.

Antes de su actividad en el cuaderno, debe integrarse el bucle mixto en la pizarra. El bucle mixto es la combinación de los bucles le­vógiro y dextrógiro. En él se percibe el grado de integración de estos últimos. También este bucle va a facilitar la aparición de las tres áreas de la escritura. De igual modo es importante resaltar que el cambio del sentido en el giro de la rotación de un bucle al otro se produce en la línea media. Esto es importante porque esa línea media, que ahora es un punto de inflexión en el sentido del giro, se convertirá en el área media o central en donde se llevarán a cabo todos los enlaces de las grafías. Como también podemos ver, es en las combinaciones seriativas del bucle mixto con los levógiros y dextrógiros donde se percibe bien la estructura final espacial donde se van a inscribir las grafías.
 

Año Publicación 2018

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